Al cabo de todo

Lo que quieras conservar te será arrancado. Lo que desprecies permanecerá contigo. Esa es la ley no universal, la consigna escrita especialmente para ti y que fija tus párpados obligándote a ver como los ventiladores rechazan tu ultima carga de caballitos de mar. Las visiones favorables, en cambio, te serán hurtadas ente las mangas del tiempo ilusionista: no verás la terraza en otoño, témpano de ámbar izado por los Ángeles que se acomiden fuera de sus horas de servicio.
Pasara de largo la dictadura del sueño y su cascada de pájaros que han resuelto quedarse ciegos al conocer las minas de donde proviene el color azul.
Al cabo de todo, la imagen fidedigna se despeña por el pasamanos y ya caída restaña sus añicos, recompone la figura e ingresa al intranquilo arsenal del mundo in conquistado. Después de esperar y sufrir, otra ves respiras tiempo, dices fuentes, cantas árboles, siembras polvo, lloras piedras, vomitas noches, sueñas señales de que los astros son personas, cortas el vello verde que crece entre las teclas del piano abandonado. Haces y deshaces. Eres otra ves el detonador de la realidad. Rescatas tu sombra de los guiños del averno y aprendes, ahora para recordarlo siempre, que el cazador que se adelanta demasiado es otro blanco más.
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